“MI PADRE NO QUERÍA QUE ME FUERA, PERO YO QUERÍA IRME. TENÍA CLARO QUE QUERÍA BUSCARME UN FUTURO MEJOR”

ELLOS TAMBIÉN SON FAMILIA

Allá por los años 50 Santiago García Vázquez y Antonia Carreira García dejaron su lugar natal en busca de un futuro mejor. Sus vidas, para nada fáciles, hicieron que tomar la decisión fuese relativamente sencillo, sobre todo porque la dureza del mundo rural en aquella época, la pobreza o pasar hambre no querían que fuese su única opción.

A pesar de dejar su tierra, por lo menos pudieron salir adelante en la península, sin tener que cruzar el charco como sí tuvieron que hacer muchos de sus paisanos. Ellos encontraron su lugar en la vecina Asturias, muchos de sus compatriotas en cualquiera de los países latinoamericanos que los acogieron. Pero a ninguno de ellos les abandonó la morriña en ningún momento.

Ahora, desde su Galicia natal, aunque no desde Vilariño (Vilasantar) o Carelle (Sobrado dos Monxes) donde nacieron y se criaron, Santiago nos cuenta cómo fue su experiencia. Más de sesenta años de vivencias lejos de los suyos y con el pensamiento de volver.

“Mis abuelos se conocieron en la fiesta de Carelle, dónde iban los mozos de la contorna. Su noviazgo duró tres meses. Así eran por aquel entonces. Y tras ese tiempo se casaron.” – nos explicaba su nieta.

Antonia y Santiago en la comunión de una de sus nietas en Galicia

¿Por qué decidisteis marcharos de vuestra aldea y fuera de Galicia?

En mi casa éramos muchos hermanos, yo no tenía trabajo y tenía muy claro que quería buscarme un futuro. Así que primero me marché yo a Langreo, con veintitantos años, pues un primo me había dicho que allí había mucha industria y que sería fácil emplearme. Y así fue. Empecé de albañil, de encofrador, pero no lograba que me hicieran fijo, ni que me aseguraran, y busqué trabajo en los exteriores de la mina. Allí trabajé más de 29 años.

Después de tres años allí, cuando pude juntar unos ahorrillos para volver unos días a Galicia a ver a la familia, conocí a mi mujer. Tras el noviazgo, nos casamos y en Asturias establecimos nuestro hogar.

¿Cómo tomasteis la decisión? ¿Fue difícil?

Mi padre no quería que me fuera, quería que me quedase al cargo de la casa y trabajando en el campo, por ser el mayor de sus hijos, pero yo no deseaba otra cosa que irme. Llegamos a un acuerdo, esperaría a que uno de mis hermanos volviese de la mili para poder marchame, aunque mi hermano no regresó a casa, así que decidí irme igualmente.

Antonia, desafortunadamente, no tenía familia. Había trabajado en alguna casa en A Coruña haciendo labores del hogar y cuidando niños, así que fue relativamente sencillo para ella tomar la decisión de irnos juntos para Langreo.

¿Cómo era la vida entonces en la aldea?

Era muy mala. Había cuatro vecinos que eran ricos y todos los demás éramos pobres, teníamos que trabajar muy duro. Mi padre era carpintero, trabajaba por fuera, así que a mí me tocaba hacerme cargo y estar al frente de la familia, la casa y las labores del campo.

La vida en Langreo, ¿Cómo fue la llegada allí?

Allí había mucha industria, mi primo no se equivocaba:  la Bayer, las minas, la metalurgia, pero encontrar trabajo al principio no fue fácil. Como decía, antes de la mina, estuve siete años trabajando en la construcción.

Al principio vivía en la casa de unos señores que me daban habitación y comida, se llamaba casa Canto. Y mi mujer comenzó a limpiar algunas casas, pero luego, al tener hijos, se dedicó a ellos y a la casa. 

Santiago y Antonia en Langreo, junto a sus hijos el día de la comunión de su hija.

¿Fuisteis bien recibidos allí?

Sí, lo cierto es que sí. Fuimos muy queridos allí. De hecho, el patrón de la casa donde me dieron dormida quiso emplearme en la empresa donde trabajaba, aunque no lo consiguió.

¿Echabais de menos las raíces?

Pues sí. Nos acordábamos mucho de los amigos, de los vecinos, de la familia. Éramos muchos mozos en la aldea y los echábamos en falta.

Pero lo que más extrañábamos eran los domingos en Galicia, pues era cuando íbamos a algún baile, a alguna romería, … En Langreo pasábamos los domingos muy aburridos, pues después de trabajar tantas horas toda la semana, llegaba este día y nos venía la morriña.

¿Volvíais a menudo a vuestra tierra? ¿Siempre estuvo en vuestro pensamiento volver?

Al principio yo tardé tres años en volver. Pero después de casarnos volvíamos de vacaciones todos los agostos, por la fiesta de Vilariño para pasarla con la familia. También por Semana Santa.

Aunque estuviera en nuestro pensamiento en aquellos años no podríamos regresar para vivir porque no teníamos los medios para ello. Una vez tuvimos la vida resuelta en Asturias y, sobre todo, al casarse nuestra hija María Concepción en Galicia pues sí que ya nos planteamos el volver. Y aquí estamos, na terriña.

Y ahora, ¿tenéis morriña de Asturias?

Ahora nos sucede al revés. Echamos de menos aquella tierra que nos acogió, los amigos y los lugares que solíamos frecuentar. Recordamos aquello como algo que nos dio vida y sobre todo calidad de vida y buenos amigos. Desde luego, un lugar que siempre va a ser especial para nosotros.

Con este proyecto de entrevistas queremos dar visibilidad a personas que forman parte de la vida de nuestros trabajadores y que tienen historias interesantes y únicas que contar. Queremos mostrarlas poniendo todo el foco en ellas, por ello sin desvelar de quien son familia.