ELLOS TAMBIÉN SON FAMILIA
Escuchamos a nuestra compañera contar las anécdotas que su marido vive a diario, así como los riesgos que corre y nos quedamos alucinados por la tranquilidad con la que los narra. Dice estar acostumbrada y que como es lo que le gusta a él tiene que asumirlo, es su trabajo.
El trabajo de Juan Carlos Otero no es tarea fácil. Manejar grandes grúas en pequeñas o grandes extensiones, en carretera o en algunos polígonos o grandes obras públicas es de gran mérito. También lo es trabajar con ellas en condiciones meteorológicas adversas, pero la recompensa de ver lo que ha conseguido hacer con ellas estamos seguros de que lo compensa todo.
Ahora mismo, desde su casa, donde se recupera de un accidente tras haberse salvado de quedar bajo la grúa al vencer el terreno sobre el que trabajaba, nos cuenta cómo se recupera, cómo es su día a día, lo mejor y peor de su puesto, entre otras cosas.
¿Cómo te encuentras tras el accidente? ¿Qué sucedió?
Un poco dolorido, pero recuperándome. Sucedió que estaba en uno de los trabajos que nos habían encargado cuando uno de los gatos de la grúa cedió, provocando que se levantase de un lateral unos cinco metros. Decidí saltar para evitar quedar debajo de ella si finalmente acababa precipitándose, con tan mala suerte que me caí de cabeza.
¿Es la primera vez que te ocurre algo así?
Lo cierto es que sí, que es la primera vez que me pasa algo así en los 22 años que llevo en esta profesión y espero que sea la última, pero nunca se sabe.
En verdad, tu trabajo es de riesgo ¿Qué es lo más peligroso de él?
El nuestro es un trabajo que tiene sus riesgos, claro está. Puede volcar la grúa, caer una carga pesada, etc.… son cosas que pueden pasar. En muchas maniobras que ejecutamos nosotros no vemos nada y tenemos que confiar en la persona que nos está guiando desde el exterior para posicionar la grúa, la carga o realizar la tarea que nos han encargado.
Carlos, cuéntanos un poco en qué consiste lo que haces. ¿Cómo es tú día a día?
Aunque trabajando siempre fuera y en una grúa, mi día a día es como el de muchas otras personas: llego a las instalaciones de la empresa, miro si tengo salida con la grúa, a qué cliente tengo que acudir, qué trabajo voy a realizar y dónde. Y nos preparamos para ello.




¿Cómo son las grúas con las que trabajas?
Son grúas de gran tonelaje para mover cargas y equipos muy pesados.
¿Para qué tipo de trabajos requieren vuestros servicios?
Para diversos y variados. Lo que me gusta es que cada día hacemos algo diferente, porque un día botas un barco al agua, al siguiente tienes que ir a levantar un camión que se ha salido de la carretera y al otro acudes a la refinería porque hay una parada de mantenimiento de 40 días y hay instalaciones que reparar.
¿Era tú sueño trabajar con las grúas o llegaste a este trabajo por formación o quizá por casualidad?
Lo cierto es que fue totalmente por casualidad, fue en Lalín, en Grumavi. Estaba cansado del trabajo que tenía hasta entonces. Pregunté si allí necesitaban a alguien para trabajar con el camión y me dijeron que no, pero que disponían de una vacante para manejar una auto grúa. Lo acepté y 22 años después ahí seguimos, ahora desde Grúas Eiriz, en un trabajo que para mí es el mejor del mundo.
¿Qué es lo que más te gusta de tú trabajo?
Lo que más, que cada día haces algo diferente, aprendes cosas nuevas y conoces a mucha gente.
¿Y lo que menos?
El no tener horario es lo que menos me gusta, desde luego. Pasamos muchas horas fuera de casa, por tanto, disponemos de poco tiempo para estar con la familia, pero bueno es lo que hay, ya estamos acostumbrados.
Con este proyecto queremos dar visibilidad a personas que forman parte de la vida de nuestros trabajadores y que tienen historias interesantes y únicas que contar. Queremos mostrarlas poniendo todo el foco en ellas, por ello sin desvelar de quien son familia.